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Una mañana, ultimando los detalles, para abrir por primera vez el estudio, mientras limpiaba, con la música puesta, no podía dejar de emocionarme recordando el texto que escribió mi amiga Caterina. A falta de falda, me arremangué los pantalones del chandal y, a falta de rótulo, colgué una pequeña pizarra en la puerta: La Tacones. Estudi de flamenc, cos i moviment. Una pareja vió como lo hacía y me sonrió, imagino que intuían que para mí era un momento importante. Al rato, una chica se acercó al escaparate y utilizó sus manos para evitar el reflejo del cristal y poder mirar dentro, ¡es un estudio de flamenco!, dijo emocionada, me voy a apuntar! Y ahí la sonrisa fue la mía, La Tacones, no es sólo un estudio de flamenco, aunque su alma, sí lo sea.
Un espacio totalmente acondicionado, muy bien aprovechado y climatizado. Suelo de madera amortiguado, insonorización con el fin de mejorar la calidad acústica, equipo de música de primera calidad y totalmente accesible para colectivos con disminución física. La Tacones son 65 metros cuadrados, un pequeño vestuario y un baño.